sábado, 7 de agosto de 2010

La testarudez de la mente y la resistencia al cambio

Fuente : http://www.mentat.com.ar/testarudez-de-la-mente.htm

La mente humana es perezosa. Se auto perpetúa a si misma, es llevada de su parecer y con una alta propensión al auto-engaño. En cierto sentido, creamos el mundo y nos encerramos en él. Vivimos enfrascados en un diálogo interior interminable donde la realidad externa no siempre tiene entrada. Buda decía que la mente es como un chimpancé hambriento en una selva repleta de reflejos condicionados. Tu mente, al igual que la mía, es hiperactiva, inquieta, astuta, contradictoria. La mente no es un sistema de procesamiento de la información amigable, predecible y fácilmente controlable, como ocurre con muchos computadores; nuestro aparato psicológico tiene intencionalidad, motivos, emoción y expectativas de todo tipo. La mente es egocéntrica, busca sobrevivir a cualquier costo, incluso si el precio es mantenerse en la más absurda irracionalidad.

Carlos, un joven de 17 años, cree que su cara se parece a una vejiga porque, según él, el cuello es demasiado ancho respecto de la cabeza. Carlos no está loco ni sufre de daño neurológico alguno, sin embargo, se detesta y se ve monstruoso cada vez que mira su imagen en el espejo. Cuando se le midió la proporción cabeza-cuello para "demostrarle" que estaba dentro de los parámetros normales, rechazó enfáticamente el procedimiento. Dijo que las estadísticas estaban equivocadas y que el terapeuta pretendía engañarlo para evitarle el sufrimiento. Carlos padece un trastorno dismórfico corporal, cuya característica es una distorsión de la auto imagen expresada como: "Preocupación por algún defecto imaginado o exagerado del aspecto físico". De más está decir que Carlos no tiene ningún defecto físico.

En estos casos, el error en la percepción de la imagen corporal es evidente para todos, menos para quien padece el trastorno, que se empeña en defender su punto de vista aun a sabiendas de que tal creencia le está destruyendo la vida.

La pregunta que surge es obvia: ¿Por qué en determinadas situaciones continuamos defendiendo actitudes negativas y autodestructivas a pesar de la evidencia en contra? ¿Por qué permanecemos atados a la irracionalidad pudiendo salimos de ella? Anthony de Mello decía que los humanos actuamos como si viviéramos en una piscina llena de mierda hasta el cuello y nuestra preocupación principal se redujera a que nadie levantara olas. Nos resignamos a vivir así, limitados, atrapados, infelices y relativamente satisfechos, porque al menos mantenemos los excrementos en un nivel aceptable. Conformismo puro. La revolución psicológica verdadera sería salirnos de la piscina, pero algo nos lo impide, como si estuviéramos anclados en un banco de arena movediza que nos chupa lentamente. El pensamiento que nos prohíbe ser atrevidos y explorar el mundo con libertad está enquistado en nuestra base de datos: "Más vale malo conocido que bueno por conocer". La piscina.

La mayoría de las personas mostramos una alta resistencia al cambio. Preferimos lo conocido a lo desconocido, puesto que lo nuevo suele generar incomodidad y estrés. Cambiar implica pasar de un estado a otro, lo cual hace que inevitablemente el sistema se desorganice para volver a organizarse luego asumiendo otra estructura. Todo cambio es incómodo, como cuando queremos reemplazar unos zapatos viejos por unos nuevos. Teilhard de Chardin consideraba que todo crecimiento está vinculado a un grado de sufrimiento. El cambio requiere que desechemos durante un tiempo las señales de seguridad de los antiguos esquemas que nos han acompañado durante años, para adoptar otros comportamientos con los que no estamos tan familiarizados ni nos generan tanta confianza. Crecer duele y asusta.

La novedad produce dos emociones encontradas: miedo y curiosidad. Mientras el miedo a lo desconocido actúa como un freno, la curiosidad obra como un incentivo (a veces irrefrenable) que nos lleva a explorar el mundo y a asombrarnos.

Aceptar la posibilidad de renovarse implica que la curiosidad como fuerza positiva se imponga a la parálisis que genera el temor. Abandonar las viejas costumbres y permitirse la revisión de las creencias que nos han gobernado durante años requiere de valentía.

Ahora bien, podemos llevar a cabo la ruptura con lo que nos ata de dos maneras: (a) lentamente, en el sentido de desapegarse, despegarse, o (b) de manera rápida, lo cual implica "acepto lo peor que podría ocurrir" de una vez por todas, en el sentido de soltarse, saltar al vacío, jugársela sin anestesia.

Las teorías o las creencias que hemos elaborado durante toda la vida sobre nosotros mismos, el mundo y el futuro se adhieren a nuestra psiquis, se mimetizan con todo el trasfondo informacional y las convertimos en verdades absolutas. Les hacemos demasiado caso a las creencias que nos han inculcado de pequeños. Si toda la vida te han dicho que eres un inútil, es probable que tu mente se crea el cuento y organice una base de datos sólida alrededor de la incompetencia percibida. Entonces, decir: "Soy inútil" es mucho más que una opinión, es una revelación convertida en dogma de fe. El slogan educativo con los años se convierte en un mandato difícil de ignorar:"Si mis padres y amigos me lo dicen, por algo es". Así nace el paradigma, es decir, la certeza incontrovertible de que soy como me han dicho que soy.

Desde pequeña, Clara siempre había sido considerada la "menos capaz de la familia", tanto por sus hermanas como por sus padres y maestros. La mujer no había sido disciplinada, estudiosa y acatada como esperan la mayoría de los centros educativos, sino más bien hiperactiva e impulsiva. A sus treinta años, se mostraba distraída, rebelde y poco convencional. Su espíritu creativo e inquieto la había llevado a estudiar artes plásticas y danza, mientras sus dos hermanas habían preferido carreras más tradicionales. Para orgullo de su padre, un empresario exitoso y de gran reconocimiento social, la hermana menor había estudiado ingeniera de sistemas y la mayor había obtenido una maestría en administración de negocios.

Clara no era precisamente una oveja negra, pero sí parecía de otra familia. Se vestía de manera extravagante, le gustaba la Nueva Era, leía poesía, no se había casado y tenía actividades que su núcleo familiar consideraba como "poco normales".

En cierta ocasión participó en una manifestación a favor del matrimonio entre homosexuales, lo que llevó a su madre a pensar que necesitaba ayuda psicológica y le consiguió una cita con un psiquiatra que además era cura.

Clara incorporó desde su temprana infancia mensajes negativos relacionados con su desempeño y desarrolló un esquema de incapacidad con el cual luchaba de tanto en tanto sin mucho éxito. En cierta ocasión el padre de Clara me manifestó su preocupación ante la posibilidad de que ella sufriera de ciertas limitaciones intelectuales.

Si el esquema de inseguridad permanecía desactivado, se aceptaba a sí misma de manera incondicional, era alegre y derrochaba sentido del humor. Pero si el esquema negativo se activaba (por ejemplo, si fracasaba en algún proyecto o si alguien la comparaba con su hermanas o si su padre la ignoraba) dejaba de ser la mujer feliz y chispeante para convertirse en una persona insegura, retraída e irritable. Cuando la idea de incapacidad se imponía, no había razones ni argumentos que la pudieran hacer cambiar de opinión. En esos momentos "oscuros", como ella los llamaba, dudaba de todo y pensaba que su vida no tenía sentido, buscaba desesperadamente la aprobación de su padre y odiaba a sus hermanas.

Un día cualquiera un acontecimiento inesperado modificó la relativa calma familiar: le diagnosticaron cáncer de próstata al padre de Clara. Su madre y las dos hermanas se derrumbaron. La ingeniería de sistemas y los negocios internacionales no podían hacer mucho para ayudar al pobre hombre. Contra todo pronóstico, fue Clara quien le puso el pecho a la adversidad y lideró la cuestión.

Durante el año y medio que duró el tratamiento, la "hija limitada" se convirtió en el principal soporte afectivo de la familia. Les enseño a meditar, impuso la sana costumbre de expresar emociones y defendió el derecho del enfermo a saber la verdad. Se entendió con los médicos y con la depresión de su padre, estudió el tema del cáncer a profundidad y "gerenció" todo el proceso de cura. En fin, Clara mostró que tenía el don de una "fortaleza amable" y una excelente aptitud para enfrentar las situaciones difíciles, una cualidad que había pasado desapercibida para todos, incluso ella misma. Lo más interesante es que por primera vez actuó sin buscar la aprobación de nadie. Su argumento era concluyente: "Me nace".

Las situaciones límite siempre nos confrontan y si somos capaces de aprovecharlas, podemos revisar nuestra mente a fondo. Las situaciones límite pueden hundirte o sacarte a flote, conformar un síndrome de estrés postraumático o formatear el disco duro. Las creencias más profundas se tambalean cuando nuestras señales de seguridad desaparecen, y allí el cambio es inevitable.

Después de la dolorosa experiencia, el esquema de ineficacia de Clara perdió fuerza. De manera similar, el estereotipo familiar de creerla "muy rara" desapareció y fue reemplazado por una actitud más positiva y respetuosa frente a ella. Pese a las mejorías, Clara pidió ayuda profesional y su auto eficacia subió como espuma. La terapia logró instalar un nuevo esquema adaptativo: "Soy capaz, el mundo no es tan crítico como pensaba, y si lo fuera ya no me importa. Mi futuro está en mis manos, en buenas manos".
La conclusión parece obvia: nos convencemos de lo que somos, asumimos el papel que el medio nos asigna como si fuéramos ratones de laboratorio.

Pero cabe la pregunta: ¿Y si no hubiera situaciones límite que nos precipiten al cambio? ¿Si nuestra vida se quedara anclada a la rutina y a la resignación de sufrir por sufrir? Sencillo y complejo a la vez: debemos crear nosotros mismos las condiciones límite. Hay que crear la capacidad de pensarse y repensarse a la luz de nuevas ideas. Los procedimientos psicológicos más eficientes para que el cambio se genere consisten en llevar al paciente de manera adecuada y responsable, a enfrentar lo temido, lo desconocido o lo inseguro. Es allí, durante la exposición en vivo y en directo, que la realidad se encarga de actualizar nuestro software, de curarnos, de ponernos en el camino de la racionalidad y enderezar la distorsión.

Una vez las creencias se organizan en la memoria, las defendemos a muerte, no importa cuál sea su contenido. Quizás ésta sea la base de la irracionalidad humana. Dicho de otra forma: una vez instaladas las creencias, defendemos por igual las saludables y las no saludables, las racionales y las irracionales, las correctas y las erróneas, aun cuando nuestro lado consciente piense lo contrario.

¿Por qué no somos capaces de descartar lo inútil, lo absurdo o lo peligroso de una vez? Siguiendo a Krishnamurti, si vemos un precipicio no necesitamos hacer cursos de Precipicio I, Precipicio II y Precipicio III para concientizarnos del riesgo. El hecho se impone, la percepción directa es suficiente: vemos el peligro y no dudamos en retirarnos, "entendimos", y punto. ¿Por qué entonces en la vida cotidiana caemos tantas veces por el precipicio? ¿Por qué repetimos los mismos errores? ¿Por qué nos cuesta tanto asumir una actitud racional frente a los problemas? ¿Somos masoquistas, ignorantes o testarudos?

Recuerdo a un señor que temía tragarse la lengua. Dormía sentado, sólo se alimentaba de líquidos y apenas lograba comunicarse con los demás, pues trataba de mantener la lengua quieta (¡el órgano más móvil de nuestro cuerpo!). Como tal objetivo era prácticamente imposible de alcanzar, el señor se sentía todo el tiempo al borde de una muerte por asfixia. El pensamiento automático que lo invadía una y otra vez era terrible: "Si me trago la lengua, moriré". Obviamente el temor formaba parte de un síndrome más complejo que no detallaré aquí. Lo que me interesa señalar es que ninguna explicación lógica y racional sobre la imposibilidad de tragarse la lengua funcionó. La única estrategia que mostró resultados positivos fue exponerse a lo temido: "¡Tráguese la lengua, inténtelo, a ver si es capaz!" Después de varios ensayos infructuosos, la retroalimentación fue concluyente: "Sí, usted tenía razón, no puedo", dijo evidentemente aliviado.

¿Qué proceso intervino para que mi paciente finalmente lograra modificar su creencia irracional? La realidad, ella se impuso de manera correctiva, los hechos le mostraron de manera irrefutable lo absurdo de su creencia. Una experiencia vital vale más que mil palabras (o muchas horas de consulta). La información que llega de la experiencia directa es mucho más terapéutica que la teoría, aunque las dos son necesarias. Como veremos en la tercera parte del libro, la primera es la fuente de la sabiduría y la segunda, el fundamento de la erudición. Conozco muchas personas desbordantes de conocimiento científico pero sin sentido común.

El camino es aquietar la mente e inducirla a que se mire a sí misma de manera realista. Una mente madura, equilibrada y que aprenda a perder. Una mente humilde, pero no atontada. Una mente abierta al mundo, vigorosa y con los pies en la tierra.

Walter Riso, Extractado de Pensar bien, sentirse bien
 
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lunes, 2 de agosto de 2010

EL ESTADO DE ANIMO DE LAS EMPRESAS

Posted by Redacción under Empresas , Recursos Humanos


1 Comment

Un artículo de Mariano

Victoria trabajaba en una importante empresa en atención al Cliente, su jornada laboral era de 8 horas diarias aunque a ella le parecían interminables. Si bien trabajaba rodeada de amigas y compañeras de estudios, el ambiente no le resultaba agradable, no se sentía cómoda ni escuchada por sus superiores.

Habitualmente recibía capacitación y tenia todo muy bien aprendido, Ej.: Como responder ante determinados reclamos del Cliente, como evitar engancharse en las discusiones y muchas otras técnicas mas, pero igual sentía que “algo” le estaba faltando.

Además era muy habitual que al llegar a su casa, ese “mal humor” generado en el trabajo, seguía acompañándola, aunque muy pocas veces se daba cuenta de ello. Salvo cuando alguna amiga o su novio se lo hacían notar.

Que le pasaba a Victoria que lejos de estar “disfrutando” de su trabajo, lo estaba “padeciendo” ?.

Al igual que a ella, a muchas de las personas les cuesta no “engancharse” emotivamente con ciertas conversaciones.

Cuando hablamos de emocionalidad, podemos distinguir entre dos tipos de fenómenos : Las emociones y los estados de ánimo.

Tomando el caso de Victoria, por la mañana cuando llegaba a su trabajo venía con muchas ganas de comenzar el día, planificaba que actividades haría después de su jornada laboral, coordinaba con sus compañeras de estudio alguna salida para el fin de semana. podríamos afirmar que su estado de ánimo era de optimismo, de pronto, atendía un reclamo de esos que no podía manejar y en un momento determinado, gatillado por ese evento que interrumpía el “fluir de la vida”, cambiaba temporalmente su predisposición a la acción.

Distinguimos así un estado de ánimo, el optimismo, de una emoción, la bronca.

Cada vez que experimentamos una interrupción en el fluir de la vida se producen emociones.

Los estados de ánimo son predisposiciones para la acción, vivimos inmersos en estados de ánimo, dondequiera que estemos y dondequiera que habitemos.

Una vez que nos encontramos dentro de un determinado estado de ánimo, nos comportamos de acuerdo a lo que se espera de él.

También es verdad que los estados de ánimo nos tienen a nosotros, “nos convertimos en nuestros estados de ánimo”.

Cuando los reconocemos, significa que ya estamos sumergido en ellos.

Pero no solamente las discusiones o altercados nos generan distintas emociones, podemos hablar también que los ciclos climáticos provocan estados de ánimo, las personas tienden a estar de distinto humor en primavera que en invierno.

Los días de la semana provocan diferente estados de ánimo. El humor de las personas los días lunes es muy diferente a la de los Viernes o sábados.

También se asocian las diferentes edades, distintas geografías, etc.

Si nos ponemos a pensar que fue lo que hemos mencionado hasta aquí, fue ni mas ni menos que especificar el “juicio” de posibilidades que realiza una determinada persona ( observador ).

El lunes no tiene una emocionalidad diferente del Viernes. Es siempre la persona quien establece una diferencia entre ambos y es el observador quien asocia un espacio de posibilidades diferente dentro de una determinada comunidad. La emoción pertenece al observador.

Nuestros estados de ánimo son como lentes a través de los cuales observamos el futuro. Si estamos de buen ánimo, el futuro se verá brillante. Si No estamos de buen ánimo el futuro se verá negro.

Desde la mirada del coaching ontológico, el estado de ánimo es un fenómeno contextual que ocurre independientemente de nosotros, convirtiéndose en una predisposición para el futuro.

Si creyéramos que los estados de ánimo son causados por las circunstancias, entonces, reaccionaríamos a ellas para mejorar nuestros estados de ánimo.

Por el contrario, cuando hacemos esto, estamos resistiendo la manera que es y nuestras acciones se vuelven “reacciones”.

A menudo nos encontramos tan impotentes para cambiar nuestros estados de ánimo y los de otras personas, que ni siquiera nos hacemos responsables de los estados de ánimo que nosotros mismos creamos.

Si alguien se queja del estado de ánimo que traemos al trabajo podemos decir “Y bueno así es como soy Yo y nada puedo hacer para cambiarlo”. Esa actitud de tómalo o déjalo puede traer consecuencias desastrosas, no solo en los negocios sino en nuestras relaciones personales, en la vida familiar, etc.

Podemos diseñar nuestros estados de ánimo ?

Me gusta definir al “líder” como aquella persona que puede contagiar estados de ánimo y desde esta definición, lo que el Coaching Ontológico puede proponer es la facilitación del Diseño de los estados de ánimo de cada integrante de la empresa para crear un estado de ánimo grupal que facilite lograr los resultados esperados.

Y como manager de la empresa posibilitar, si es que hasta el momento no lo ha hecho, en dar el espacio necesario para que cada uno de los empleados “sea” de una manera que hasta ahora no se le posibilito.

Facilitar espacios de escucha para comprender que le esta pasando a la otra persona, no pretender que lo que Yo observo es lo que esta pasando.

Preguntar….preguntar…….y preguntar. La pregunta es la herramienta mas importante que tenemos como Coaches, no suponer que esto que esta pasando es “obvio”.

Convertirnos en observadores de nuestros estados de ánimo, ello significa identificarlos como estados de ánimo y no atribuirlos al mundo o como “ así son las cosas “.

Entender que no somos responsables de los estados de ánimo en que nos encontramos. Simplemente estamos en él, eso nos permitirá intervenir más fácilmente y no resistirnos.

Sin embargo aunque no seamos responsables de nuestros estados de ánimo somos responsables de permanecer en él.

Cuidarnos de las historias que nos hemos contado en torno a nuestros estados de ánimo.

Tendemos a encontrar adecuados nuestros estados de animo y podemos dar infinitas razones del enorme sentido que tiene el estar en el estado de ánimo en que nos encontramos.

Es tarea del Coach Ontológico facilitar a las personas a que amplien su mirada, a relacionarlos y/o enseñarles a diseñar sus estados de ánimo de una manera en que les abra posibilidades, escucharlos generosamente para interpretar desde que estructura de pensamiento esta haciendo lo que hacen y asistirlos en descubrir una nueva manera de lograr aquellos resultados que por si solos no estaban pudiendo lograr.

“IMPOSIBLE ES SOLO UNA PALABRA QUE USAN LOS HOMBRES

DEBILES PARA VIVIR FACILMENTE EN EL MUNDO QUE SE LES DIO,

SIN ATREVERSE A EXPLORAR EL PODER QUE TIENEN PARA CAMBIARLO”.

Fuente: http://bitacora.webspacemania.com/2006/08/

POSTED BY DANIEL AT 2:56 PM 0 COMMENTS

MIEDOS :: El látigo de los amos

El miedo es es el más poderoso de los mecanismos para influir en la conducta de las personas. Se fabrica a medida de las élites que gobiernan. La instalación de “peligros” libera partidas presupuestarias y genera “consenso” para todo tipo de fines.


El premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, en un artículo, narra un cuento Sufi: “Iba la Peste camino a Bagdad cuando se encontró con Nasdurin, quien le preguntó: ¿A donde vas? ´A Bagdad a matar diez mil personas´. Después de un tiempo, la Peste volvió a encontrarse con Nasdurin, que muy enojado le dijo: ´Me mentiste. Dijiste que matarías a diez mil personas y mataste a cien mil´. Y la Peste respondió: ´Yo no mentí, maté diez mil, el resto…. murió de miedo”.



La anécdota viene al caso porque ahora que se despejó el pánico por la Gripe A es oportuno recordar que las medidas de alerta colectiva que llevaron tanto caos a la vida cotidiana eran, al fin y al cabo, parte de un circo viejo y conocido. La Gripe A, como tantas otras “amenazas”, forma parte de la galería de miedos fabricados industrialmente, en forma sistemática, por los amos del mundo.



La sociedad de los miedos



En “La sociedad de los miedos”, un libro de reciente aparición, Pacho O'Donnell recorre el tema.



Cada capítulo incluye la descripción de un miedo en particular: a ser distinto, a la muerte, a perder lo que se tiene, al futuro, al fracaso, a sufrir, a la locura, a la inseguridad urbana, a la vejez, a la soledad. Algunos conceptos:



- Algunos miedos son exacerbados porque implican una consecuencia comercial muy atractiva. El miedo a la inseguridad genera industrias relacionadas con el blindaje del auto, barrios cerrados, alarmas, guardias privadas.



- El amor al prójimo se reemplazó por el temor al otro que te puede quitar lo que tenés. Se creó un sistema de vida muy paranoico, muy defensivo. Todo se volvió peligroso.



- Las relaciones entran también en el terreno de lo light, son fugaces y huyen de cualquier tipo de compromiso, se desarrollan por medio de mensajes de texto. También cobran dimensión los miedos domésticos, como perder el trabajo, porque hoy el miedo es disciplinante de la sociedad en la que vivimos. Es lo que te lleva a no despegarte del rebaño. A no hacer cosas que no se deban hacer o pensar lo que no se debe pensar.



La sociedad de los miedos se fue configurando lentamente en las últimas décadas, sobre todo a partir de la hegemonía alcanzada por EE.UU y sus socios, y el desarrollo de modernas técnicas de comunicación masiva que permitieron infiltrar los elementos del cóctel de “amenazas y peligros” en cada hogar del mundo.



El miedo es un sentimiento nocivo para nuestra salud. El miedo paraliza, nos afecta y reduce nuestros mecanismos de defensa natural. Pero es el más poderoso de los mecanismos para influir en la conducta de las personas. Por eso los miedos se fabrican a medida de las necesidades políticas y económicas de las élites que gobiernan. La instalación de “peligros” libera partidas presupuestarias y genera “consenso social” para todo tipo de fines: la guerra, la compra de tamiflú o el exterminio de ciertos grupos o individuos.



Los alertas en torno a “amenazas” extorsionan a congresistas, amordazan a la ciencia y sumen en la confusión a los ciudadanos. Es la más sucia de las jugadas mentirosas de los gobiernos, y una de las más difíciles de desarmar, porque los argumentos se inmovilizan y el debate se ubica en el terreno de las emociones. ¿Quién no va a tener el sentimiento instintivo de proteger a su familia? ¿Quién va a reunir suficientes elementos como para desmentir que un hipotético evento futuro NO puede suceder? Y aunque tuviéramos la certeza de que al mal augurio no va a tener lugar, es difícil evitar la angustiante duda: “¿Y si me equivoco y sucede?”



El miedo es un eficaz mecanismo de control social, y se instala mediante la repetición ensorcededora de las noticias.



El mito del caos global



Los ciudadanos corrientes olvidan frecuentemente que los noticieros son una fuente de entretenimiento, no de información. Se diseñan con la lógica de un espectáculo, no de un culto a la verdad. Son un menú atractivo de imágenes y sonidos, no un reflejo de la realidad. Por eso sus temas preferidos deben tener nombres cortos, conceptos simplificados fácilmente transmisibles, y contenidos de alto impacto emocional que emparentan las noticias con las películas de ficción. Un repaso por algunos muy obvios: piratas, delincuencia, gripe aviar, ántrax, abejas asesinas, armas de destrucción masiva, virus KZ2, terrorismo, Bin Laden, Saddam Hussein.



Sólo basta investigar un poco y abstraerse de la atmósfera mental que crean los noticieros para verificar que los verdaderos peligros normalmente no son noticia, ni figuran entre las prioridades de los poderosos. Hay fenómenos simples y antiguos que se llevan millones de vidas cada año:



- La FAO señala que por día mueren en el mundo más de 35 mil niños de hambre.



- Los accidentes de tránsito dejan cada año un saldo de 1,2 millones de muertos y de hasta 50 millones más de personas heridas o discapacitadas.



Nunca he visto una campaña que salga a detener ninguna de estas “amenazas” letales, ni millonarias inversiones, ni tampoco un conteo periodístico día por día en torno a la cantidad de muertos.



Compárese con la cantidad de muertos por Gripe A en el mundo –alrededor del millar- o con las víctimas del “terrorismo global” –tal vez un centenar, en el último año, o muchísimas menos-. Compárese además el presupuesto destinado a “combatir estos flagelos” y la atención pública prestada por parte de los medios y las elites gobernantes. ¿Tiene proporción?



Pino Arlacchi, un sociólogo italiano, en su último libro “El engaño y el miedo” llama "el mito del caos global", a la secuela de previsiones funestas, choque de civilizaciones, amenazas planetarias, reclamos de seguridad y necesidades de defensa -militares o policiales- que atormentan a la humanidad en nuestro tiempo cargando a los individuos de angustias inmotivadas y excesivas. En su libro demuestra con cifras que nuestro mundo es más seguro, más pacífico, más democrático de lo que lo fue antes del último medio siglo. Este mito es el "gran engaño" a que nos someten -con el resultado de mayores gastos públicos, tensiones y angustias personales- los medios, los políticos y los estrategos militares.



El próximo miedo, el que lentamente comienza a gotear en las usinas productoras de noticias, es el fin del mundo en el 2013. Dios nos libre.

Los postulados básicos de la ontología del lenguaje son:

Los seres humanos son seres lingüísticos


El lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de seres que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. Somos seres sociales. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia.



El lenguaje es generativo

El lenguaje no sólo nos permite hablar "sobre" las cosas: hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, es generativo: crea realidades. El filósofo norteamericano John Searle sostuvo que, sin importar el idioma que hablemos, siempre ejecutamos el mismo número restringido de actos lingüísticos: los seres humanos, al hablar, hacemos declaraciones, afirmaciones, promesas, pedidos, ofertas. Estas acciones son universales. No sólo actuamos de acuerdo con cómo somos también somos según actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo con lo que hace.



Los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él

Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. Cuando hablamos modelamos el futuro. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Pero además de intervenir en la creación de futuro, los seres humanos modelamos nuestra identidad y la del mundo que vivimos a través del lenguaje.

Más importante que tener razón, son nuestros resultados

Fuente: http://www.psicofxp.com/forums/esoterico.139/1043090-hipercomunicacion-nuevo-descubrimiento-ruso-sobre-adn-3.html


Autor: aguila_kafciano

Hummmm, humildemente quiero aportar un comentario a esta discución que se ha generado. Trataré de no dar la lata.




El tema es que en nuestra cultura actual, querer tener razón e imponer nuestras ideas a otros, es una conducta automatica de origen cultural. Ocurre desde creer que somos nuestra mente, no querernos y cuidarnos, pasando por insultarnos hasta el extremo de tener guerras entre pueblos y asesinarnos.



Y es absurdo, los seres humanos no tenemos acceso directo a la realidad, solo podemos interpretarla, para ello usamos el lenguaje, que no es mas que una codificación, primariamente sonora, (palabras), de todo lo que conocemos.



Con sonidos construimos un mundo virtual en el que representamos la realidad pero no es la realidad, solo es nuestra interpretación de como las cosas son. Y de esa interpretación, de ese MAPA que hacemos (principalmente cuando somos niños), dependen nuestros resultados en la vida.



Una muestra de como la manera en que aprendimos a pensar modela nuestro futuro, la da una estadistica de Paternitas en Chile, que dice:



"De cada 10 presos en la carcel, 8 son hijos de presos".



Nuestra cultura en su devenir, nos ha llevado a creernos que somos nuestra mente (pienso, luego existo), pero no somos nuestra mente, la mente solo es un riñon calculador maravilloso producto de nuestra evolución como animales. Una herramienta que nos permite soñar y crear. Su única deficiencia es que no puede distinguir si la información que procesa es verdadera o falsa.



Pero no somos nuestra mente, somos un cuerpo con emociones, al que le pasó en su evolucionar, un riñon calculador.



Si nos fijamos, como comunidad animal, mucho antes que el lenguaje, nos relacionabamos solo con emociones y esas son las que ya no podemos reconocer en nosotros mismos ni en los demás, solo nos fijamos en lo que decimos linguisticamente y a veces somos muy ciegos a lo que sentimos y a nuestras verdaderas motivaciones. Supieran como era mi carcel mental, bloqueaba mi mundo emocional y corporal, causandome muchas penas, rabias y limitaciones que se reflejaban en mis magros resultados.



A mi me hace sentido ahora, que:

Siento, luego existo.



Cuantos dramas y tragedias han comenzado por nimiedades. Hay algo mas fuerte que la razón y esto es el amor, esa fuerza misteriosa que sostiene la vida. Esa fuerza hace mas importantete y productivo el afecto que la razón. Eso que hace que busquemos la forma de ponernos de acuerdo en vez de destruirnos.



El hecho es que cada persona tiene su mapa de la vida, que le es único y exclusivo, un mapa linguistico y emocional. No extiste ni existirá un mapa igual a otro, y el entender que el mapa de cada cual es legítimo y sin alternativa, algunos lo llaman respeto, otros lo llaman amor.



Más importante que tener razón, son nuestros resultados, y demás está decir que los mejores resultados los obtienen los que aman, es decir, cuidan y se dan a los demás, me nace mencionar los resultados de Jesucristo, Ghandi, Mandela, y tantos más.



Si quieren profundizar en esta visión que transformará al mundo, (su fuerza esta en que nadie es como nació, si no que es como aprendió a ser, y que se puede reaprender) sugiero la lectura del libro "La Ontología del Lenguaje" de Rafael Echeverría, libro que es base de la disciplina del Coaching Ontológico. A mi me cambió la vida, no se si tenga razón, pero si se que soy ahora muy feliz y exitoso, sobre todo sirviendo a los demás en vez de andar pateandoles el trasero. Ase que, quizas sea mejor que apagemos la mente y abramos el corazon.