Resumen: muchos ejecutivos con posiciones de mando se enfrentan a la realidad del miedo, el temor, la incertidumbre o la duda de fallar en la consecución de las metas que se les asignan. Lee este artículo para que aprendas por qué sucede esto y cómo desarrollar formas más saludables de manejarlo.
Palabras clave: miedo, ejecutivos, metas, influencia, poder, equipo de trabajo, resultados, éxitos, autoestima.
El miedo, desde el punto de vista emocional, tiene como intención protegerte de alguna amenaza a tu alrededor. Si te avisan en tu oficina se está incendiando, el miedo te preparará física y mentalmente para huir y salvar tu vida.
Pero también existen los miedos psicológicos. Son aquellos que se generan cuando no existe una amenaza real en tu entorno, pero lo sientes cuando te asignan una meta a lograr y temes fallar, temes no poder lograrla, quedar como incompetente ante los demás y perder tu valor como persona y como trabajador.
En principio, la intención de este miedo que generas es protegerte de todas estas experiencias, pero, desafortunadamente, también te traerá como consecuencia parálisis, evitarás correr riesgos, tomarás decisiones con inseguridad, te mostrarás inhibido, lo reflejarás ante tu equipo de trabajo y no obtendrás poder e influencia frente a ellos.
El resultado: se te hará aún más difícil llegar a las metas laborales que te asignen.
El origen de esta limitante se debe a que en el fondo se tiene poca confianza en sí mismo, una baja autoestima. Se duda de las propias aptitudes y recursos para poder lograr con éxito lo que nos proponemos o lo que nos asignan, por muy buenas intenciones que tengamos.
Entonces tu trabajo principal lo debes centrar en reforzar tu auto concepto, la imagen que tienes de tu persona, enfatizar tus talentos y virtudes ante tus propios ojos y procurarte mucho reforzamiento que te ayude a construir una sólida base dentro de ti mismo.
Algunas acciones que te ayudarán a ello son las siguientes:
1. Elabora un inventario de tus cualidades y talentos. Lee este inventario todos los días y procura profundizar sobre una cualidad a la vez cada día.
Vamos a suponer que eres cálido en tu trato. Busca en el diccionario qué significa la palabra calidez. Idea tres maneras en que proyectarás esta cualidad el día de hoy. Al final del día vuelve a recordar cómo llevaste a la práctica esta virtud y llénate de orgullo por ello.
Luego realiza el mismo procedimiento con tu siguiente cualidad. El objetivo es que vayas robusteciendo tus talentos frente a ti mismo.
2. Lleva un diario de éxitos. Escribe, de ser posible todos los días, todas aquellas pequeñas y grandes cosas que te hicieron sentir seguro y exitoso durante el día. Al cabo de una semana lee todo lo que escribiste y evoca en tu mente lo bien que te sentiste en esos momentos.
La finalidad de este ejercicio es que hagas conciencia de que tienes el potencial de logro dentro de ti mismo. Si lo pudiste hacer una vez significa que lo puedes hacer dos veces.
3. Entrevístate con otros ejecutivos exitosos o que admires. Pregúntales qué pasa por sus mentes cuando les asignan una meta o un reto a lograr. Pídeles que te den recomendaciones o tips para afrontar los retos con actitud ganadora. ¡Aprenderás muchísimo de ellos!
4. Realiza visualizaciones. Imagínate cumpliendo tu meta al 100%, lo que escucharás cuando la logres, lo que sentirás. Si tienes problemas para visualizar, entonces escribe en una hoja la experiencia como si ya se hubiera concretado, incorporando en ella elementos visuales, auditivos y emocionales.
Repasa tu visualización o tu escrito de manera constante y disfruta el proceso. De preferencia en un lugar relajado, al despertar o antes de dormir.
La intención de este ejercicio es programar a tu cerebro hacia el éxito. Cuando uno tiene miedo, lo primero que le viene a la mente son escenas dramáticas, ocurriendo lo peor, por lo que el problema se agudiza aún más. Entonces hay que educar a la mente para que piense en positivo, dirigiéndola hacia lo que quiere, no a lo que no quiere.
Se tenaz. El cerebro tiene una gran capacidad de aprender nuevas formas de reaccionar al ambiente, pero la perseverancia te permitirá conquistar las mieles de la victoria.
Entonces la fuerza de tu liderazgo no vendrá desde fuera, sino desde dentro de ti, te sentirás con mayor poder y dominio de tus circunstancias, lo proyectarás de esa manera reflejando un liderazgo fuerte y decidido y tendrás mucha más influencia ante tu equipo de trabajo. Los resultados irán lográndose por sí solos.
¿Quién dice que no se puede?
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